Una turbia leyenda persigue a José y Raimunda, y al palacio que
levantaron en Madrid. Según la rumorología madrileña, el palacio de
Linares encerraría los fantasmas de los primeros marqueses de Linares,
así como el de una niña, su supuesta hija. Siguiendo esta leyenda, José
le habría confesado a su padre, el rico comercial Mateo de Murga y
Michelena, haberse enamorado de una muchacha humilde, Raimunda,
supuestamente hija de una cigarrera del barrio de Lavapiés. Al conocer su padre el nombre de la joven, horrorizado, habría mandado a su hijo a estudiar a Londres,
con el fin de hacerle olvidar tal amor de juventud. La razón de su
espanto vendría dada por el hecho de que esa muchacha humilde habría
sido fruto del amor extramatrimonial del propio Mateo con la madre de
ésta, y por tanto, ambos enamorados serían hermanos de padre. La leyenda
continúa situando a Mateo recientemente muerto y a los jóvenes recién
casados. En tal situación habría encontrado José una carta de su padre
dirigida a él en la que le explicaba las razones de su oposición a tal
relación. José y Raimunda, conscientes del pecado incectuoso que habrían cometido, se habrían dirigido al Papa Pío IX, quien finalmente les habría otorgado una bula papal denominada Casti convivere,
esto es, vivir juntos pero en castidad. Sin embargo, el amor que se
profesaban les habría hecho pasar por alto su relación de medio hermanos
y habrían engendrado una hija, a la que habrían asesinado siendo niña
para evitar un gran escándalo. Tal hija, Raimundita, habría sido
emparedada o ahogada, y enterrada en el propio palacio y, según tal
leyenda, hoy en día, seguiría su espíritu paseandose por los grandes
salones del viejo palacio cantando canciones infantiles y llamando a sus
padres. A pesar de que durante años no se han podido encontrar pruebas
históricas que demuestren que los marqueses eran hermanos de padre y que
tuvieran ninguna clase de descendencia, el reciente trabajo de la
historiadora Carmen Maceiras Rey parece demostrar lo contrario.
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